En Turín, capital de Saboya y Piamonte, existían también fábricas de
cartas, desde principios del siglo XVIII, pero no ha llegado hasta
nuestros días más que una baraja manufacturada en la Fabrique Royale que
luego pasó a ser Ferme Royale, que fue creada indirectamente por el duque Carlos Manuel III, entusiasta del Tarot y de cualquier cosa que
tuviera que ver con las cartas. Durante todo el siglo XVIII se siguieron fabricando barajas piamontesas
siguiendo el modelo de Marsella. De hecho, fueron unos años en los que se
reguló legalmente la fabricación de cartas, el control sobre la
producción llegó a ser tan grande que se estableció un sistema de
timbres o sellos distintos para determinar la zona de procedencia; esto
vendría a ser algo similar a la denominación de origen que hoy conocemos
para distintos tipos de productos.

El porqué de esta variación no se sabe con certeza, hay quien dice que era para agilizar el juego, otros piensan que se trata de la influencia del Tarot boloñés que ya practicaba esta duplicidad. El caso es que esta modalidad se asentó y fue utilizada como modelo durante décadas. Aquí podéis ver una baraja piamontesa perteneciente al editor Giovanbattista Guala, del año 1.860 aproximadamente, cuando todavía no se estilaba la duplicidad en las cartas.
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